Para llegar hasta la cascada o Fervenza do Ermo es preciso descender un poco más de 1 km sobre una pista de tierra desde la carretera asfaltada. Esta pista está rodeada de un bosque de los que desgraciadamente abundan hoy en Galicia, formado por pinos y eucaliptos. Una vez cruzamos el Rego de San Estevo, el bosque se transforma en uno autóctono, formado por castaños, carballos, abeleiras, salgueiros dispuestos sobre las riberas del río.
Después del mismo puente de la pista se encuentra el desvío hacia la venerada capilla de Santo Estevo que se asienta a unos pocos metros de este lugar. De aquí a la fervenza hay una distancia de unos doscientos metros. Podemos acercarnos por dos lugares diferentes; ascendiendo por el mismo río o cogiendo una pista a la derecha de la capilla que nos conducirá por un acondicionado y bello sendero pegado a la pared rocosa que forma el valle del río Santo Estevo.
Pasaremos al lado de la mítica fuente de aguas ferruginosas, que desde antaño se le atribuían propiedades beneficiosas para la salud. Otra fuente milagrosa se encontrará en nuestro camino, A Fonte de Santa Rosa, con propiedades curativas para la piel.Después llegaremos justo a la fervenza, donde se asienta un mirador pegado al descenso de las aguas. Un espectáculo maravilloso de vegetación, roca y agua se abrirá ante nuestros ojos. El río San Esteban se precipita desde un poco más de 15 m en caída vertical sobre un duro lecho rocoso que los siglos no han conseguido erosionar. En el suelo del mirador se aprecian una huellas labradas en la roca que según cuenta la leyenda, las dejó marcadas el caballo de Santiago al rebasar el valle de un salto cuando escapaba de los moros.
Desde aquí podemos descender a la parte baja de la cascada por unas escaleras construidas para este propósito. Así volveremos junto al río otra vez a la austera capilla de Santo Estevo. El bosque por donde discurre el río está formado por castaños, carballos, abeleiras, loureiros, salgueiros, bidueiros y otras especies autóctonas.